
Lo siento, lo siento, no acostumbro
por mi naturaleza muy canina
a comprender a gatas que hablan umbro
o que bailan la danza filipina.
Puede que nuestra convivencia sea tensa
si un perro que se precie y ladra gótico
quizá para las gatas que hablan persa
pudiera parecer que está neurótico.
Que babel de palabras, que academia
de idiomas y de lenguas mal escritas
y mucho peor oídas, que estropicio.
La interacción de vidas sufre anemia
si en vez de conversar, tan solo gritas
las gatas en latín, nosotros en fenicio.
2 comentarios:
Mande?
Me ha encantado este soneto. Es muy ingenioso y divertido. Desde luego, las gatas hablan latín. Besotes.
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