Yo, como buena gata, observo en silencio sin que ningún detalle se me escape-excepto que una pelusa se cruce en mi campo visual, no puedo evitarlo…-. Y tal vez esa costumbre mía de fijarme en todo, me da en ocasiones una perspectiva bastante panorámica de las cosas. Veo a las personas como bolas de billar, que salen disparadas unas contra otras en un intento desesperado de esquivar a la soledad. Y dan válida cualquier cosa mientras puedan permanecer adosadas unas a otras. Parejas que en su vida se han soportado, con menos conversación que un cactus, y ninguna aspiración en común. Y sin embargo, cuando se les pregunta por separado; son capaces de camuflar esa distancia y hablan maravillas de su compañero/a. Viven en planicies grises, dos soledades conjuntas que solo consiguen agrandar hasta el infinito ese vacío que les une. Y es que, generalmente casi todo el mundo comente el mismo error. Intentan completarse con otra persona, cubrir sus carencias, alcanzar un estado perfecto, que indefectiblemente dependerá de un tercero. Craso error. De creer en el amor, diría que es un sentimiento puro, exento de intencionalidad e interés. Debería ser un gesto altruista, un yo me comparto, en mi plenitud-carencias incluidas-, desde mi estabilidad-con o sin altibajos-.. Pero no, los seres humanos sacan su corazón del pecho y deambulan como jaurías intentando que otros consigan para él lo que uno mismo no logra. Estúpido. Mientras me lamo las patas, pienso en lo absurdo del género humano. Cuando ya han conseguido a su media naranja, habiendo cegado los ojos a la obviedad-han hecho encajar una pieza a las bravas en su vida, quepa o no-, de repente los problemas surgen por tonterías. Nimiedades totalmente salvables con un mínimo de voluntad. Pero…ah, no…, la media naranja se convierte en medio pomelo y a sufrir toca. La cuestión es pasarlo mal; si quiero, porque quiero, y sino, por todo lo contrario. En fin, seguro que mi amigo canino no está de acuerdo conmigo y me va a ladrar en breve. Pero sino lo digo reviento; los enamorados sois un coñazo, pedís lo que no dais, y esperáis lo que no ofrecéis. No hay dios que os entienda. Miau.
Me dicen que soy de Marte, una gata descafeinada y sin uñas que espía por los tejados. Pero lo cierto es que yo solo observo desde las alturas, a medio camino entre el cielo y la tierra, camuflando la soledad de quienes se viven en verso.
Y sonrío para mis bigotes, a salvo del hechizo de la luna-que una es gata al fin y al cabo.
Entonces es cuando llega un perro verde de Venus y me aulla en la oreja...
Ya me dirás si es para sacar las zarpas o no, fusss, con lo tranquila que estaba yo en mi tejado.
Cándido Perro Verde
Prefiero la soledad de los que viven en rima
y poder gritarle al aire lo que deja mi bozal.
No vivo de vanidad, solo peso la autoestima
de los que viven la vida sin soportar el ronzal.
La luna es una misión, un propósito, una cima
del que sopesa el tejido tras valorar el percal,
y contemplando la luna la meta siempre te anima
a negarte a la simpleza de ser fulano de tal.
Esperando la fortuna que me queda por sufrir
arriba siempre la luz, las estrellas y la luna
una referencia pura de lo que haya por vivir.
Espero lo porvenir sin temor ni duda alguna
a los ojos de la luna, ladro y lloro por sentir
para poder sonreír sin feminidad gatuna.
DICEN
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Dicen que puedes naufragar en sus ojos como un viejo marino confiado.
Pero su mirada son dos mares de pena en realidad, quebrados en arrecifes de
silencio....
1 comentario:
Opticas San Gavino, a y para la gomilla de sujetarse las gafas en la calle San Vicente hay muchas mercerías.
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